La objetividad es una cualidad (opuesta a la subjetividad), es decir, diferencia e identifica a las personas o cosas, o más bien la mirada que tenemos sobre ellas, o la manera de juzgarlas.
Una persona puede ser en términos generales subjetiva u objetiva, es decir, analizar las cosas de esa manera particular; no obstante, la mayoría de las personas tienen visiones tanto objetivas como subjetivas, dependiendo del tema del que se esté tratando.
La objetividad, como la misma palabra lo indica, es propia del objeto, y de sus características; no se relaciona con el sujeto, ni con la forma que éste posee de ver o entender al objeto.
La objetividad y la subjetividad entran en el campo de estudio de la filosofía. Se habla de objeto como todo aquello que el sujeto puede conocer, comprender, o sentir, pudiendo ser un objeto tanto el amor, como un determinado ser vivo, y hasta el mismo sujeto.
Por ejemplo: yo puedo reflexionar acerca de mí mismo, siendo yo el sujeto y el objeto de la reflexión, y puedo hacerlo tanto de manera subjetiva, como objetiva; si me analizo de manera objetiva podría decir que tengo tez oscura, cabello largo, y ojos marrones, es decir, cualidades que me identifican, pero en las cuales no expreso mi opinión acerca de cómo creo que soy.
No obstante, una persona sumamente subjetiva podría decirme que mi tez es más bien clara, pues ella tiene otro criterio de tonos claros y oscuros, y en realidad lo claro y lo oscuro es relativo, que mi cabello no es tan largo y que mis ojos son algo marrones y algo grises, pero quizás hasta sean verdes; ante ese panorama para ser más objetivos aún podríamos decir por ejemplo, que nuestro cabello mide 60 cm., sin expresar que eso nos parece largo.