Refiere al régimen familiar que prohibe la pluralidad de esposos de uno u otro sexo, a diferencia de la poligamia o la bigamia. Su etimología proviene del griego monos (uno) y gamos (unión) por lo cual define a una única unión de vínculo sexual que se establece a partir del matrimonio y debe continuar por el resto de la vida de la pareja.
Con el transcurso de los años, la expansión europea influyó para la construcción de una sociedad monógama a todas sus colonias y hacia el mundo occidental manteniéndose hasta el día de hoy.
La tradición judeo-cristiana es una de las principales culturas que respetan esta forma de vinculación, considerándola una forma moral de la sexualidad, que incluye normas y leyes previstas para su cumplimiento.
El paradigma que sostiene la monogamia estaría fundamentado bajo el criterio del amor romántico de la pareja y la forma más deseable para mantener entre individuos de distinto género, una sociedad mejor constituida.
Inclusive algunos defensores de la monogamia afirman que es la mejor manera de evitar enfermedades de transmisión sexual. De todas maneras, esta únion ideal carece de una base biológica ya que la tendencia natural ha demostrado que “el instinto humano” manifiesta lo contrario.
La realidad es que estadísticamente, muchos de los matrimonios que firman su libreta bajo este criterio monogámico no pueden sostenerlo en el tiempo, sufren de desengaños e infidelidades, por lo cual el aumento de divorcios se ha visto incrementado.
Otras culturas, como la musulmana, sostienen otros modos de vinculación y defienden la poligamia o poliandría. En algunos casos, fue adoptado para contrarrestrar los problemas de despoblación producidos por desastres naturales o guerras. En otros casos, bajo creencias religiosas o por mandato de patriarcado.