El término mes proviene del latín “mensis” y se emplea para definir cada una de las partes en que se divide un año.
La duración de los meses ha permanecido invariable desde la reforma juliana del calendario (año 46aC.), conocida por nosotros de 30 o 31 días, 28 en Febrero y 29 días para los años bisiestos.
Antiguamente se fijaba dicha duración en relación a la órbita sinódica de la Luna: lapso entre una luna nueva y la siguiente. De acuerdo con ello, los calendarios judíos o islámicos poseen una duración alterna entre 29 y 30 días.
Mes sideral es una clasificación de mes aparecido entre las culturas del Medio oriente, quienes establecieron un cielo dividido en 28 partes, adoptando una constelación para cada día del mes y tomando a las estrellas fijas con un período real de la órbita de la Luna.
Mes entonces sería, el tiempo que toma la Luna para volver a la misma posición entre las estrellas fijas en la esfera celeste.
Es interesante observar que algunos meses se corresponden a personajes de la historia y que fueron ellos mismos los que influyeron para la definición del calendario: junio entonces sería el mes dedicado a Juno, julio a Julio César y agosto a César Augusto.
Respecto a los últimos cuatro meses del año, el origen de sus nombres tiene su significado en números: serían de esta manera, sus correspondientes, séptimo, octavo, noveno y décimo (en Roma el mes comenzaba en Marzo, con lo cual, el décimo mes era Diciembre).
Aunque no siempre los meses tuvieron esta cantidad de días: ciertos pueblos primitivos politeístas tenían otra distribución en la conformación de un mes: un ejemplo es el caso del Calendario Azteca compuesto por 18 meses pero con veinte días, cada uno dedicado a un dios, con otros cinco días intercalados. Su año coincide con el actual calendario occidental de 365 días.