Ío (astronomía), satélite de gran tamaño del planeta Júpiter. Es el quinto desde el planeta y gira alrededor de éste a una distancia de unos 422.000 km. Su órbita es ligeramente elíptica y está contenida en el plano del ecuador de Júpiter; completa una órbita aproximadamente cada 1,77 días terrestres. Con un diámetro de unos 3.630 km, es un poco mayor que la Luna de la Tierra, y uno de los diez satélites más grandes del Sistema Solar.
Posee un denso núcleo de hierro y un manto que contiene compuestos de silicio y oxígeno. Su corteza está formada principalmente por azufre y compuestos de azufre que le confieren a su superficie áreas de color amarillo, naranja, rojo, blanco, azul, marrón y negro. Ío es el satélite con mayor actividad volcánica del Sistema Solar, con cientos de volcanes en su superficie. Algunos expulsan penachos de azufre fundido y de dióxido de azufre gaseoso que alcanzan altitudes de hasta 300 km. Estas chimeneas volcánicas lanzan también lava a temperaturas mucho más elevadas que la de cualquier otra superficie planetaria del Sistema Solar. Los astrónomos han identificado silicatos ricos en magnesio en la lava que se encuentra alrededor de las chimeneas, y este tipo de lava sólo funde a temperaturas muy elevadas.
La mayor parte de la actividad volcánica de Ío se debe a las fuerzas gravitacionales que actúan sobre el satélite. El volcán más grande de la superficie de Ío es Ra Patera, un volcán rodeado de corrientes de lava de más de 300 km. Las montañas Haemus, situadas en el polo sur del satélite, tienen una altura de unos 10 km, mayor que la del monte Everest, el pico más alto de la Tierra. Ío presenta una atmósfera de dióxido de azufre (SO2) gaseoso de baja concentración emitido por los volcanes. En ocasiones, el dióxido de azufre se congela en la superficie y produce una escarcha blanquecina. En su atmósfera se ha detectado también cloruro de sodio (NaCl), procedente probablemente de las erupciones volcánicas.
Ío fue descubierto independientemente en 1610 por el astrónomo italiano Galileo y por el astrónomo alemán Simon Marius. Este satélite y los otros tres descubiertos ese mismo año se conocen como las lunas de Galileo; Marius las bautizó con los nombres de los amantes mitológicos del dios griego Zeus (Júpiter para los romanos). Zeus transformó a Ío en una vaquilla para protegerla de su celosa esposa Hera. Los volcanes de Ío tienen nombres de dioses del fuego, del sol y del trueno de las mitologías de todo el mundo.
Las sondas espaciales estadounidenses Voyager 1 y 2, que pasaron cerca de Júpiter en 1979, y la Galileo, que entró en una órbita alrededor del planeta en 1995, han proporcionado gran parte de la información de la que disponen los astrónomos sobre Ío. El telescopio Keck II, del Observatorio Mauna Kea (Hawai), registró una gran erupción volcánica en la superficie del satélite en febrero de 2001; el análisis de las imágenes y los datos obtenidos permitieron a un grupo de astrónomos de la Universidad de California anunciar, en noviembre de 2002, que se trataba de la mayor erupción detectada en todo el Sistema Solar hasta ese momento. El telescopio espacial Hubble también ha aportado numerosos datos sobre la actividad volcánica del satélite.