Hipoalergénico es un término que empezó a utilizarse con mayor frecuencia a partir del año 1953, cuando una empresa comenzó a producir cosméticos y telas que garantizaban no causar alergia a las personas.
Refiere a aquella característica de un producto que disminuye la posibilidad de generar algún síntoma o reacción alérgica.
En la actualidad, muchas compañías eligen producir y comercializar productos hipoalergénicos tales como almohadas, ropa, telas, cosméticos, elementos para niños, etc., y en parte se debe al gran aumento en la población de personas asmáticas o propensas a padecer alergias.
A su vez, estos productos garantizan mayor calidad y durabilidad ya que los producidos sin tecnología hipoalergénica, son más vulnerables al polvillo y a los ácaros, potencialmente dañiños para la salud respiratoria de cualquier persona.
La tecnología aplicada a la medicina ha permitido lograr grandes avances al estudiar y mejorar la capacidad hipoalergénica de muchos elementos, logrando crear artículos que proveen utilidad a la vez que preservan el bienestar y la salud.
Estadísticamente, se registra una mayor demanda de estos productos, con una inclinación por aquellos artículos de uso casero, tanto personales como de blanquería y muebles.
El público femenino elige cada vez más, aquellos cosméticos que le asegure no sufrir posibles erupciones o reacciones alérgicas.
Las empresas que comercializan cremas faciales, corporales, shampoo y cremas de enjuague se han preocupado durante los últimos años en producir y publicitar los mismos, remarcando siempre como característica principal, la de ser hipoalergénicos.
Ellos saben que el mercado es cada vez más exigente y la competencia es muy grande y variada.
El concepto hipoalergénico se ha establecido en el imaginario social como un elemento casi excluyente a la hora de utilizar productos que se aplican a la piel o la rozan como es el caso de una almohada.