La palabra fuego proviene del latín focus, y se usa para describir al calor e iluminación que surgen como producto de la combustión. Sin embargo, en función del contexto la palabra puede ser usada de maneras distintas. Así, por ejemplo, la palabra fuego también se usa para dar la orden de disparar armas, como en la frase “Si no hay respuesta, abran fuego lo antes posible“. También puede hacer referencia a algunos sentimientos como la ira o el amor, como en la frase “Hacen una pareja interesante. Se nota que hay fuego entre ellos dos“.
Hablando del producto de la combustión, se sabe que el fuego se produce debido a la oxidación acelerada de un material en el proceso exotérmico de la combustión. Esto genera calor, desprendimiento de llamas y luz. Dado que para que exista fuego debe haber oxígeno de manera forzosa, se sabe que este apareció después de que se formó la Tierra, ya que en el principio nuestro planeta no contenía oxígeno.
El descubrimiento del fuego por parte del hombre fue, sin luar a dudas, un parteaguas importante en nuestro desarrollo como especie. Una vez descubierto por el hombre prehistórico, se comenzó a cocinar la comida, incrementado de manera dramática la disponibilidad y variedad de los nutrientes. Además, el fuego permitía que el hombre prehistórico se mantuviera caliente en lugares fríos, por lo que muchos pudieron irse a vivir a lugares no tan cálidos. Por sí eso fuera poco, el fuego mantenía a raya a los depredadores nocturnos, por lo que su papel como aliado en la supervivencia humana es indiscutible.
Con el tiempo, el uso del fuego se fue volviendo cada vez más complejo, y hoy en día, prácticamente todos lo usamos en nuestra rutina diaria, desde que encendemos la estufa hasta que encendemos nuestros automóviles, que funcionan con un motor de combustión interna. Además, es el fuego el que le proporciona electricidad a una parte considerable de la humanidad, a través de las plantas de energía térmica.