
Fuego griego, mezcla gelatinosa e incendiaria, utilizada en la guerra antes de que se inventara la pólvora. A pesar de que durante largo tiempo se había recurrido al uso de líquidos inflamables, el fuego griego no se inventó hasta el siglo VII, quizá por Calínico, un arquitecto egipcio que huyó de Siria ante la invasión musulmana.
La sustancia entraba en ignición de un modo aparentemente espontáneo, sin que el agua sirviera para apagarla. El Imperio bizantino utilizó el fuego griego en 673 para repeler el ataque de una flota árabe sobre Constantinopla, y lo siguió utilizando hasta 1453, año de su caída.
La fórmula del fuego griego se mantuvo como un secreto de Estado por el Imperio bizantino durante siglos. Aún se discute acerca de su composición exacta, que tenía que ver con la mezcla de materiales inflamables como el sulfuro y el betún, en una base de petróleo.
Esta mezcla, parecida a una jalea, se lanzaba sobre el enemigo mediante tubos que funcionaban por la presión de unas bombas.
¿Cómo hacer fuego griego?
Por sus efectos se cree que podría contener petróleo, probablemente nafta, un aceite crudo ligero altamente inflamable. Y también resina de pino, muy utilizado en la época, ya que se cuentan historias de que se quedaba pegado a la piel o la ropa.
Esta mezcla podría hacer que ardiera durante más tiempo, a más temperatura y, al parecer, solo se podía apagar con orina, arena y vinagre.
Como hemos comentado anteriormente esta arma fue siempre un alto secreto y no se sabe su composición precisa.
Esta mezcla de sustancias se podía lanzar con cubos, granadas o incluso disparar y espontáneamente se prendía en llamas que no podían extinguirse con agua. Ya que la sustancia seguía ardiendo sobre el agua.
Los barcos griegos causaban estragos en las flotas ya que utilizaban el fuego griego para protegerse ante ataques de otros barcos. Y se cree que esta arma fue la principal razón por la que el Imperio Bizantino logró mantenerse durante tanto tiempo a pesar de sus múltiples enemigos.