Se denomina fotografía al procedimiento de obtención de imágenes permanentes, basado en la fotosensibilidad de ciertos materiales compuestos, con el que se consigue formar las imágenes sobre una superficie, por lo general, transparente, recubierta por una capa especial llamada emulsión fotográfica.
La formación de la imagen en el interior de una cámara oscura ya fue observada por R. Bacon en el s. XIII, y a mediados del s. XVI, la visión de la imagen había sido mejorada con la incorporación de una lente en el objetivo. La historia de la fotografía comienza cuando el hombre se interesa en obtener la fijación de esas imágenes. El ennegrecimiento del cloruro de plata por la acción de la luz ya era anteriormente conocido por los alquimistas, y en 1727 el alemán J. H. Schulze descubrió que un fenómeno idéntico ocurría con un compuesto de tiza, aguafuerte y nitrato de plata, obteniendo reproducciones de textos mediante una plantilla.
Se considera que fue Nicéphore Niepce el descubridor del primer proceso fotográfico, quien comenzó las investigaciones con ciertas resinas y diseñó un procedimiento que lo denominó heliografía, con el que consiguió en 1816 las primeras imágenes sobre papel. Varios intentos vinieron después para mejorar dicha técnica: el daguerrotipo, el dibujo fotogénico y el calotipo, siendo este último, un aporte decisivo hacia la fotografía moderna: la obtención de un negativo transparente con el que podía realizarse infinidad de copias.
Paralelamente al desarrollo de los procedimientos de laboratorio y de las emulsiones, las cámaras experimentaron una rápida evolución. Burón fue el primero en establecer la relación entre foco y objetivo; también en 1841, Peter Voigltänder fabricó el primero de sus famosos objetivos. Las cámaras disminuyeron de tamaño y peso con rapidez. En 1860 aparece un modelo con diafragma patentado. A principios del s. XX, las marcas alemanas adquirieron un renombrado prestigio, diseñando los primeros objetivos corregidos, anastigmáticos y acromáticos.