Palabra que proviene del latín floris y que refiere al brote especial cuyas hojas se han modificado para producirse.
La flor está constituida por: los estambres, con sus órganos masculinos, y los carpelos, con sus órganos femeninos.
El estambre posee filamento y la antera que contiene los sacos polínicos, en los cuales se forma el polen.
Los carpelos, poseen en sus órganos femeninos, primordios seminales. El ginecio está compuesto por el conjunto de carpetos. El androceo está compuesto por el conjunto de estambres de una flor.
Los carpelos se unen formando un recipiente cerrado, el ovario. El mismo contiene los primordios seminales, y hacia arriba se encuentra el estigma, que sirve para capturar el polen. El estilo es una prolongación esteril del ovario cuya ubicación es entre el ovario y el estigma. Los componentes del pistilos son: el ovario, el estilo y el estigma. Muchas flores presentan además una envoltura floral que no participan en la reproducción de forma directa.
Las hojas del cáliz se llaman sépalos, y los de la corola, pétalos. Cuando estos no se diferencian entre sí, las hojas del periantio, se denominan tépalos. El tálamo o receptáculo, es el eje floral donde se disponen los órganos florales. Las flores pueden ser acíclidas o cíclidas, pueden estar solitarias o agrupadas con otras formando inflorescencias.
Existe en la naturaleza, una gran variedad de flores de distintos colores, tamaños, formas y aromas. Entre una de las más conocidas, encontramos la flor de lís, utilizada como emblema de la casa Real Francesa. Hasta 1789, la bandera de Francia presentaba tres flores de lís en un fondo blanco. La misma aparece también en el escudo Real Español.