Encélado (astronomía), satélite de gran tamaño del planeta Saturno. Es el octavo conocido desde la capa de nubes que rodea al planeta. Gira alrededor de Saturno a una distancia de unos 238.000 km, describiendo una órbita completa cada 1,3 días terrestres. La órbita, ligeramente elíptica, está en el mismo plano que el ecuador de Saturno. El satélite fue descubierto en 1789 por el astrónomo británico de origen alemán William Herschel, quien le puso el nombre del titán a quien la diosa Atenea venció en combate.
Encélado es esférico, con un diámetro de unos 500 km, o lo que es lo mismo, un sexto del diámetro del satélite de la Tierra, la Luna. Su estructura interna y su composición son desconocidas, aunque basándose en mediciones de su densidad y brillo superficial, los científicos suponen que está constituido casi completamente por hielo de agua, con un pequeño núcleo rocoso.
La superficie de Encélado es relativamente plana, con pocos cráteres. Esto implica que su superficie es joven, comparada con las de la mayoría de las otras lunas de Saturno; de hecho, los astrónomos estiman que la superficie de Encélado tiene menos de 100 millones de años. Además, su superficie es muy reflectante, como la de la nieve recién caída.
Las fuerzas gravitacionales ejercidas sobre Encélado por otros dos satélites próximos, Tetis y Dione, combinadas con la que sobre él ejerce Saturno, pueden comprimir y expandir ligeramente a Encélado, lo suficiente como para mantener caliente su interior. Estas fuerzas provocan que las rocas de su núcleo rocen unas contra otras, produciendo calor que funde el hielo y provoca espectaculares accidentes geológicos sobre la luna. Esta energía interna podría explicar también los géiseres de Encélado, que fueron detectados en el polo sur del satélite, a principios de 2005, por la sonda espacial estadounidense Cassini; los géiseres expulsan partículas de hielo y vapor de agua mezclados con dióxido de carbono, nitrógeno y metano. Encélado se sumaría así al reducido grupo de cuerpos del Sistema Solar que presentan un vulcanismo activo: la Tierra, la luna Ío de Júpiter y, posiblemente, el satélite Tritón de Neptuno.
En algunas regiones de Encélado la corteza presenta crestas y valles, de forma similar a como le sucede a uno de los satélites de Júpiter, Ganimedes. Los científicos creen que estas crestas y valles se formaron al romperse las placas de hielo, deslizar y chocar entre sí. Algunos de los cráteres de Encélado están cubiertos de agua que, procedente del exterior de cada cráter, cayó en su interior y se congeló.
Otros datos enviados también en 2005 por la sonda Cassini, revelaron la presencia de una tenue atmósfera en el satélite; como su gravedad es débil, y en principio insuficiente para retener una atmósfera, los científicos especularon entonces con la posibilidad de que dicha atmósfera estuviera “alimentada” continuamente desde la superficie. El hallazgo de los géiseres parece confirmar esta hipótesis.