La palabra duro se utiliza para referirse a un objeto o cuerpo que cuenta con dureza, lo cual significa que es resistente a golpes, rayaduras o ciertas cantidades de presión. Un objeto duro puede ser una roca, una placa de acero o un pedazo de concreto. La dureza de un objeto no implica que este sea indestructible, y en algunos casos solamente significa que el objeto no es tan blando como la mayoría de sus similares.
En la naturaleza se encuentran desde objetos muy duros, capaces de resistir altos impactos y presiones sin alterarse, hasta otros que pueden ser partidos, cuarteados o rayados con un poco de esfuerzo humano. En los minerales, por ejemplo, existe la escala de Mohs para determinar que tan duro es un mineral. La escala incluye 10 minerales, y funciona bajo el precepto de que un mineral duro siempre podrá rayar a uno más suave, pero uno más suave no podrá rayar uno más duro. Así, el talco y el yeso se encuentran ubicados como los materiales menos duros, al poder ser rayados con la uña, mientras que el diamante es el mineral más duro, al no poder ser rayado o alterado con otra cosa que no sea otro diamante.
En otros contextos, la palabra duro también puede definir a aquello que es poco amigable o muy severo, como
“El nuevo director posee una voz dura“. Por su parte, una definición similar puede ser aplicada a la política, en donde la palabra duro define a aquellas facciones que se caracterizan por ser rigurosas, difíciles de llevar o poco abiertos a realizar concesiones, como en la frase “No se alcanzó a aprobar la ley por falta de acuerdo con el ala dura del Congreso“.
En España, un duro era la forma en la que se conocía a la antigua moneda de cinco pesetas, en la moneda previa a la introducción del euro. Hoy en día, a pesar de que las pesetas ya no son oficiales, algunas personas siguen usando la palabra duro para referirse al dinero.