Término que presenta múltiples usos, definido a partir de la disciplina que lo aborde.
En la Antiguedad clásica, una colonia era el establecimiento de ciudadanos griegos y romanos. En Grecia, la fundación de una colonia respondía a un acto político y religioso oficial que dependía de las necesidades económico-sociales. La colonia regulaba el excedente de población, facilitaba la creación de un mercado y aseguraba las rutas comerciales.
En la época clásica (siglos V y IV a. de C.), el sistema de colonias evolucionó hacia la llamada cleruquía. En Roma las colonias tenían un mercado de carácter estratégico; su función era básicamente controlar los territorios conquistados y consolidar el proceso de romanización.
Las colonias fueron consecuencia de la expansión económica, política e ideológica de los estados económicamente desarrollados (sobre todo de Europa) desde principios del siglo XVI (colonialismo).
También puede referir al núcleo de población situado fuera de la ciudad cuyo establecimiento obedece a una finalidad concreta. Durante los siglos XIII y XIX, la necesidad de situarse en las cercanías de las fuentes de energía obligó a los centros fabriles a alejarse de las ciudades y crear, en torno de ellos, urbanizaciones con servicio propios.
Desde el Reino Unido se extendieron, con desigual aceptación, por Europa y América. La progresiva diversidad de las fuentes energéticas y, entre otras razones, las duras condiciones laborales reinantes en las colonias, motivaron su total desaparición.
Por otra parte, en botánica se denomina colonia a la agrupación de células vegetales en las que los individuos resultantes de la división de las células ya existentes quedan englobados en una masa gelatinosa común o dentro de la membrana materna.
Para la microbiol, es la población de microorganismos resultante de la división de una pocas células iniciales. La forma y el color de la colonia permiten identificar la especie de los individuos que la componen.