Etimológicamente proviene del latín Castellanus y refiere al dialécto romántico nacido en Castilla La Vieja, del que tuvo su origen la Lengua Española. Con la hegemonía del reino de Castilla y la Unificación de Aragón, se convirtió en lengua nacional de España.
El castellano fue una gran innovación en la evolución del latín. Encontraremos de esta época las Glosas Silenses y las Emilianenses del siglo X, que son escritos en romance a los textos en latín. Este dialecto, tal como lo conocemos hoy, es fruto de un proceso de decantación de más de un milenio, a lo largo del cual las diversas lenguas de los habitantes de la Península Ibérica sufrieron modificaciones a causa de la influencia de los invasores romanos, godos y árabes.
El castellano comenzó a hablarse en Cantabria y fue avanzando por todo el sur con caracteres originales e innovadores. En las provincias que comprendían Castilla la Vieja, se ha mantenido sin cambios esenciales. En las regiones del sur han tenido lugar desarrollos fonéticos sin constituir por ello dialectos especiales. Es frecuente hablar del Andaluz, del Murciano, del Extemeño y del Canario como subdialectos del Castellano. Se utiliza además esta terminología como el español, para designar esta lengua.
Se considera la primera publicación gramática castellana de Elio Antonio de Nebrija como el inicio de la conformación del castellano, coincidiendo con la etapa de la toma de Granada por los Reyes Católicos y el descubrimiento de América en 1492. Se realizan a su vez, importantes cambios en las consonantes, en los usos de ciertas letras, cambios morfológicos e inclusive cambios en la sintaxis, consolidándose de esta manera, el idioma castellano como hoy lo conocemos.