Boleadoras, arma de caza utilizada en Sudamérica para la captura de animales vivos, principalmente ñandúes, ciervos, caballos y toros. La mecánica de las boleadoras es sencilla, pero altamente eficaz. Se componen de dos o tres bolas (dependiendo del peso del animal que se pretende cazar) de hierro, plomo, piedra o cualquier tipo de material con suficiente peso, revestidas de cuero y sujetas a sendas tiras de este material o de soga, denominadas guascas. Bolas y guascas van a su vez unidas a una cuerda común. Las boleadoras se lanzan contra las extremidades del animal efectuando un movimiento previo de rotación, que provoca que todo el conjunto se enrede en las patas de la presa y la derribe o inmovilice.
Su uso se remonta a tiempos muy remotos de la historia. Recientemente, en el yacimiento arqueológico de Monte Verde (Chile), han sido hallados restos de primitivas boleadoras que fueron utilizadas por los grupos humanos que allí vivieron hace 13.000 años. Junto con el lazo, fueron parte esencial del utillaje habitual de los gauchos de las pampas uruguaya y argentina.