El origen de la arquitectura se remonta a los monumentos megalíticos de la Prehistoria. Pero fue en Egipto donde se erigieron los primeros monumentos con una finalidad religiosa y funeraria, que suponen un gran avance en la historia de la arquitectura.
Varios templos y palacios caractéristicos fueron creados por persas y asirios; los griegos elaboraron una forma de construcción que han influido en todo occidente. Utilizaron los tres órdenes (dórico, jonico y corintio) bellamente equilibrados; alcanzando su desarrollo en el siglo V a.C.
Roma adoptó las formas griegas añadiendo el orden toscano y el compuesto; introdujo la bóveda y el arco, destacándose en las construcciones civiles tales como circos, teatros, arcos de triunfo, etc. Bizancio continuó la tradición romana y creó una arquitectura basada en la bóveda y la cúpula, influyendo en los países eslavos y en las provincias del imperio romano; dando origen al estilo romántico, expresado principalmente en el monasterio y la catedral.
Al estilo de línea horizontal y carácter rural le continúa el gótico, vertical y urbano; dando privilegio a las edificaciones religiosas. Luego viene el barroco que introduce un mayor efecto decorativo, llegando hasta el rococó.
Durante el romanticismo, se buscaron nuevamente los modelos medievales, y al quebrarse la unidad estilística europea, se llegó a un eclecticismo arqutectónico, creándose nuevas modalidades influidas por los avances de la técnica.
El siglo XX implica la adopción de nuevos conceptos arquitectónicos y el uso de nuevos materiales debido a los cambios sociales provocados por la industrialización. Surge la arquitectura funcional, racionalista y orgánica en los distintos países.
La década del 60′ marcó la ruptura definitiva de los cánones tradicionales. Las nuevas corrientes culturales influyeron para la aparición de tendencias tales como el brutalismo inglés, el gigantismo en el arte, dando origen de esta forma, a los rascacielos de cristal y acero.