Término que refiere a aquel fluido con el cual está formada la atmósfera de la Tierra y cuyos componentes se dividen en constantes y accidentales.
Los componentes de tipo constantes presentan aproximadamente un 78% de nitrógeno, un 21% de oxígeno, 1% de gases nobles y cantidades pequeñas de hidrógeno, dióxido de carbono, entre otros.
Los componentes accidentales lo conforman los vapores provenientes del aire y demás gases de un determinado lugar (por ejemplo: el óxido de nitrógeno que deriva de las descargas eléctricas cuando hay tormentas, el óxido de carbono que proviene de los motores de combustión interna, etc.).
Mientras más nos alejamos de la Tierra, la densidad del aire decrece. A causa de las constantes mezclas generadas por las corrientes de aire, la composición de éste varía en las capas altas (a unos 10 km). Allí, el aire está parcialmente ionizado y disociado (formación de oxígeno atómico).
El oxígeno del aire es necesario para la combustión y la respiración. Los antiguos alquimistas griegos consideran al aire como uno de los principales elementos, junto con la tierra, el fuego y el agua.
En la segunda mitad del siglo XVII se demostró experimentalmente que el aire era una mezcla compuesta principalmente de nitrógeno y oxígeno. Posteriormente se comprobó que también había dióxido de carbono y agua, y durante el último siglo se descubrió la presencia de los gases inertes.
El aire es un componente elemental para la vida, tanto para la humana como para la animal y vegetal. Sin éste, sería imposible la existencia de la mayoría de los seres vivos en nuestro planeta. En la actualidad y debido a la contaminación y los desechos tóxicos, la calidad del aire ha sido alterada, provocando distintos problemas en la salud de muchas personas.