Del latín actio, refiere al efecto de hacer. En el orador y en el actor, son el conjunto de actitudes, movimientos y gestos determinados por el sentido de las palabras y cuyo fin es hacer más eficaz la expresión de lo que se dice. La palabra acción podemos encontrarla en múltiples usos.
En términos legales, refiere al comportamiento humano voluntario y dirigido a una meta que es jurídicamente punible por integrar un delito o falta de forma dolosa o imprudente. Si bien la acción ha de distinguirse de la fracción en sentido estricto, constituye su soporte necesario: sin acción no existe delito ni falta.
El derecho penal moderno pone en especial acento en que la acción humana sea voluntaria, o sea, que corresponda a una decisión adoptada sin coacción; se requiere además que esa acción humana voluntaria tenga un fin al que la voluntad la dirija; pero ello no supone que el resultado obtenido y el fin propuesto por el autor deban coincidir: esta identidad sólo se da en el delito doloso consumado.
En economía, se denomina acción a la porción en que se halla divido el capital de una sociedad por acciones y que se incorpora en un título-valor, que recibe también el nombre de acción.
En física, es la modificación de las características físicas que los cuerpos y los agentes físicos obran unos sobre otros.
Es frecuente escuchar como interjección al comienzo de una grabación, en cine o televisión, cuando se les quiere indicar el inicio a los actores frente a las cámaras. Se usa la interjección: ¡acción! Para marcar el preciso momento en que comienza una escena.
Por otra parte, encontramos que varias organizaciones políticas o religiosas, inician su nombre con dicha palabra para definir el grupo y sus actividades, por ejemplo, Acción Católica, Acción Democrática, Acción Popular, entre otras.