Artritis, inflamación de una o más articulaciones. Puede ser producida por más de cien enfermedades distintas. Cuando se prolonga durante mucho tiempo acaba produciendo destrucción articular con la consiguiente incapacidad funcional.
La artritis debe distinguirse de la artrosis. Ésta consiste en el desgaste (técnicamente degeneración) de una articulación. En la artritis los fenómenos inflamatorios en la articulación son primarios (desencadenados por la enfermedad de base), y acaban produciendo una lesión o daño en las estructuras articulares. En la artrosis se produce primero una degeneración, desgaste o envejecimiento de las estructuras articulares, y sólo más tarde se producen fenómenos inflamatorios leves que intentan reparar las lesiones.
Artritis reumatoide: es la artritis más frecuente, grave, dolorosa y potencialmente incapacitante. Se trata de una poliartritis (afecta habitualmente a múltiples articulaciones) crónica que evoluciona con brotes y remisiones. Afecta a todas las razas. Su presencia en la población varía entre un 1% y un 3%, siendo tres veces más frecuente en las mujeres.
Además de las articulaciones puede afectar a otros tejidos conectivos del organismo. Su síntoma principal es el dolor e inflamación articular, pero puede ocasionar también fiebre, debilidad y otras alteraciones constitucionales. Se considera una enfermedad autoinmune: el organismo desarrolla una respuesta inmune contra sus propios tejidos articulares.
No se conocen las causas de esta enfermedad, aunque se sospecha que existe una predisposición hereditaria que puede estar provocada por posibles infecciones virales. No se ha descubierto un tratamiento curativo.
La enfermedad se controla mediante fármacos antiinflamatorios y antirreumatoides, programas de fisioterapia y rehabilitación, termoterapia y dispositivos ortopédicos para mantener la movilidad y función articular.
La aspirina y otros antiinflamatorios son los fármacos más utilizados. En casos graves se pueden emplear fármacos antirreumatoides: hidroxicloroquina, sales de oro y penicilamina. Los casos avanzados llegan a presentar deformidades y rigideces articulares graves que precisan de técnicas correctoras de cirugía ortopédica.
Las artritis más frecuentes después de la reumatoide son las causadas por la gota, la fiebre reumática y la espondilitis anquilosante (ésta afecta de forma primaria a la columna vertebral).
Los fármacos antiinflamatorios no esteroideos utilizados para el tratamiento de las artritis actúan inhibiendo la síntesis de prostaglandinas.
Concepto
Palabra que proviene del latín arthiritis y que refiere a la inflamación de las articulaciones producida mayormente por agentes patógenos o sus toxinas, y suele estar acompañada de un derrame articular.
Algunas enfermedades, tales como el reumatismo, la gonorrea, la escarlatina y la tuberculosis dan lugar a menudo a distintos tipos de artritis. Si no resulta factible la verificación de manifestaciones inflamatorias evidentes en el curso de una artropatía, hay que plantearse la posible existencia de una artrosis.
Sucede que los cartílagos que se encuentran entre los huesos resultan desgastados, ya sea por la acumulación de un exceso de ejercicios o por las causas anteriormente mencionadas. Cuando los cartílagos desaparecen, comienzan a rozarse los huesos entre sí, provocando inflamación y dolor.
Dependiendo de la forma en que se desarrolle dicha enfermedad, puede traer consecuencias bastante graves, llegando a provocar la inmovilización total de las articulaciones.
Encontramos que la artritis tuberculosa es una forma especial de artritis crónica, producida por infección de la articulación con bacilos tuberculosos, procedentes del tejido óseo vecino o del torrente sanguíneo.
La artritis en la actualidad puede tratarse con sesiones de terapia y tratamientos específicos. Generalmente el especialista indica el uso de analgésicos o antiinflamatarios para disminuir el dolor. Por ejemplo, en el caso de una artritis reumatoide, ésta deberá ser tratada y supervisada por un reumatólogo.
A raíz de que no es posible curar la causa subyacente cuando es diagnosticada una artritis, los médicos recomiendan a su vez, realizar una serie de cambios en el estilo de vida para poder sobrellevar mejor la enfermedad.
Para mejorar la fortaleza de los huesos y los músculos, será necesario realizar un programa de ejercicios que, al mismo tiempo, reducirá la sensación de fatiga y el dolor. Se puede optar por ejemplo, por hacer ejercicios de resistencia y de rango de movimiento para mejorar la flexibilidad e incorporar un tratamiento de fisioterapia, incluyendo masajes, hidroterapia y dispositivos ortopédicos.