Aromaterapia, en medicina alternativa, el uso terapéutico de aceites esenciales extraídos de las plantas. Los aceites esenciales proporcionan a las plantas su fragancia y sus efectos curativos sobre el cuerpo y la mente son conocidos desde la antigüedad.
Los antiguos egipcios los usaban en cosméticos y medicinas. También los utilizaban para purificar el aire y como conservantes en la momificación. Las plantas aromáticas también se utilizaban con fines medicinales en la antigua Grecia, en Roma, en China, en India y en toda Europa, hasta que fueron reemplazadas por fármacos de síntesis a finales del siglo XIX. La aromaterapia moderna, junto con el propio término, surgió en la década de 1930, a partir de los trabajos del químico francés René-Maurice Gattefossé sobre los efectos antimicrobianos de los aceites esenciales.
Los aceites esenciales son químicamente complejos -un aceite puede contener entre 50 y 500 sustancias químicas diferentes- y poseen un gran número de propiedades medicinales. Pueden dilatar o constreñir los vasos sanguíneos, servir como sedantes o estimulantes, y actuar sobre las glándulas suprarrenales, los ovarios, el tiroides o en el proceso de digestión.
La aromaterapia se considera especialmente útil en el tratamiento de problemas cutáneos, como heridas y quemaduras; problemas respiratorios, como resfriados, tos y sinusitis; dolores musculares, artritis, reumatismo, dolores de cabeza y migraña; y estados relacionados con el estrés, como el insomnio, la ansiedad y la depresión.
Los aceites esenciales que se emplean con mayor frecuencia en aromaterapia son el de lavanda, apropiado para dolores de cabeza, estados de estrés e insomnio y como primer auxilio en cortes, quemaduras y picaduras de insectos; el de eucalipto, utilizado para los resfriados y la tos; y el de menta, que se usa como estimulante y para combatir las nauseas y el mareo.
Se aplican por medio de masajes, baños, compresas o inhalación. Debido a que están muy concentrados -por ejemplo, se necesitan 900 kg de rosas para producir 1 kg de aceite de rosa-, se diluyen en aceite vegetal para los masajes y en agua para los baños y las inhalaciones. Algunos pueden administrarse por vía interna, pero con mucha precaución y bajo supervisión profesional, ya que pueden resultar venenosos si se ingieren de manera inapropiada.
Cuando se utilizan en masajes y baños, son absorbidos por la piel y penetran en el flujo sanguíneo. Cuando se inhalan, las moléculas del aceite estimulan los receptores olfativos del cerebro que, a su vez, provocan una respuesta en las áreas del cerebro que regulan el ritmo del corazón, la presión sanguínea, la respiración, la memoria, los niveles de estrés y el equilibrio hormonal.
Los defensores de la aromaterapia creen que los aceites esenciales pueden tener un efecto importante sobre el cuerpo y la mente. El arte y la ciencia de la aromaterapia consiste en determinar qué aceite o combinación de aceites es más apropiada en el tratamiento de un estado y una persona concreta.